jueves, 21 de agosto de 2008

De entre casa

Las casas

En Ámsterdam los impuestos se paga(ba)n a partir de un cálculo hecho según el ancho de la casa. Entonces los holandeses decidieron construir para arriba. Algunos se fueron de mambo e hicieron cosas como ésta:



... pero son realmente los menos.

El hecho es que así moldearon la ciudad y su vista emblemática según la conocemos ahora. Entonces una casa típica -como la de Ceci, donde yo me alojo gracias a su enorme hospitalidad- puede tener 4 pisos, lo cual equivale a decir 4 ambientes.



Lo de Ceci

Planta baja, el living. Próximamente mi dormitorio, está en plenas refacciones. Está proyectado como espacio donde recibir amigos y hacer alguna que otra proyección o proyecto musical. Sin foto hasta que esté listo.

Primer piso, la cocina. Adonde pasan cosas muy sabrosas: comida macrobiótica y charlas jugosas.



Segundo piso, el estudio. Acá Ceci hace su arte y, por ahora, sueño dormida luego de soñar despierta paseando por las calles de Ámsterdam.



Tercer piso, la habitación de Ceci. Donde predomina una enorme cama que hubo que subir desarmada por la escalera (¡luego de ser transportada en bicicleta!), y donde se encuentra también la ducha.




Bikram Yoga

Mi primer acercamiento a esta práctica fue hace un poco más de un año. Antes de mi clase de Iyengar Yoga había unos chiflados de remate que salían de hacer una clase de yoga con la habitación a 38ºC. Eso es Bikram Yoga: una secuencia de 26 asanas que se realizan en una habitación a la temperatura del cuerpo.

Mi amiga Cecilia está tan contenta con la práctica y es tan entusiasta que, cuando me lo propuso, me dieron ganas de acompañarla. Y allá fui. La primera clase fue difícil. En Iyengar aprendí a usar mucho la respiración pero en estas condiciones sentía que ¡no podía respirar! Imaginen el peor día de calor en Buenos Aires: húmedo y encima con el agregado del movimiento. Fue duro, pero al final de la clase había podido hacer prácticamente el 70% de las posturas.

Si viene por momentos deseé profundamente salir de la habitación (cosa que está terminantemente prohibida durante los 90 min que dura la clase), nunca sentí que si me iba no volvía más. Es raro de explicar, quizás hasta medio masoquista... Pero creo que más bien es el deseo de autosuperación.

Y volví. Anteayer tuve mi segunda clase y, aunque me salteé algunas repeticiones (cada asana se realiza 2 veces), hice todas las posturas. Y hoy, tercera clase, tengo el orgullo de poder decir que hice ¡el 100% de los ejercicios!!!

Es difícil explicar de qué va la experiencia. Por lo que me cuenta Ceci, a cada participante le pega diferente. En mi caso, resultó una práctica mucho más allá de lo físico. Las condiciones son tales que de alguna manera entrás en trance, en un estado meditativo que te permite mantenerte en el presente durante lo que dura la clase. Y el efecto persiste luego.

Perdón, es difícil ponerlo en palabras... Pero para que se den una idea me entusiasmé tanto que ya busqué dónde poder ir a clase ahora que empiezo a viajar. Es una pena que en Buenos Aires no exista ningún lugar donde practicarlo.

Para el que le interese, puden entrar a Bikram Yoga Amsterdam que es donde yo estoy practicando. Tiene versión en holandés y en inglés. Los que no hablan inglés (¡ni holandés!) pueden visitar la página del sitio chileno: Bikram Yoga College of India Chile

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