viernes, 26 de septiembre de 2008

France

Paris

El primer día fue olvidable. En síntesis y para no aburrir a nadie: después de hospedarme en el Hostel del Horror la primera noche, pasé todo el día buscando un alojamiento como la gente. Así que perdí todo el domingo en una mezcla de confusión e indecisión. Recomendación: en París hacer reserva con tiempo. Mi estadía en La Ciudad de la Luz realmente empezó el lunes.

Y empezó genial: con visita al santuario del grandísimo Alejandro Jodorowsky.



¡Qué emoción estar ahí!! Originalmente había planeado estar en Paris el miércoles, cuando él hace las lecturas de Tarot gratis, pero erré el cálculo y saqué mal el pasaje de vuelta así que me la perdí y lo lamenté y lo lamento aún. Pero en su honor me hice una lectura, la del Héroe, in situ. Y fue absolutamente maravillosa, apropiada, precisa, inspiradora y disparadora de emociones como siempre.

La pregunta: ¿Qué debo hacer para realizar mi sueño?











Entonces el día, y mi percepción de París, siguió mejorando con el almuerzo. Me encontré con una amiga que hice en la conferencia de verano en Helvoirt en el único restaurant macrobiótico de la ciudad. Charlamos por un buen rato de muchas cosas interesantes, intercambiamos información, direcciones de e-mails de profesionales varios, y páginas web. Y luego feliz y contenta, con la pancita llena de comida rica y buena después de algunos días de no comer tan bien, me fui a ver la París de las postales.






Al otro día Montmartre, que fue precioso. Como tantas otras veces durante el viaje, creí que iba a pasar unas pocas horas ahí pero finalmente cuando me quise acordar eran las 5 de la tarde. Pero claro:









Y casi se termina la estadía en París, pero ¡no podía irme sin ir al Louvre!!! Era el último día y no había ido al Louvre, ¿pueden creerlo?? Así que tenía el tren a las 12.25 hs., me levanté a las 7.30 hs., desayuné y salí para el museo que abre a las 9 hs. Iba con la intención de no entrar, en realidad. Me dije: “Le saco unas fotos a las pirámides y al edificio y me voy.” Pero llegué, lo ví y pensé: ¡no puedo ser tan mensa!!!!

Así que estaba casi primerísima en la cola. Y con sólo una hora disponible le dediqué más de la mitad a La Gioconda. No podía sacarle los ojos de encima y mientras me secaba las lágrimas (los de seguridad me miraban con cara de: “Ufff, otro más que llora delante de la señora…”), la disfruté, la disfruté y la disfruté.



Otra imperdible: la Venus de Milo. Una belleza que se estropea por la cosa cholula de los turistas, hay que decirlo, mayormente orientales.




Curiosidad: en ningún museo hasta ahora había visto que dejaran sacar fotos. Supongo que tan confiados de la seguridad del museo están que pueden permitir las cámaras. Pero no creo que sea bueno. La mayoría de la gente, la que va a los museos porque hay-que-ir, se pierde de disfrutar las obras por sacarles fotos. Una pena.


*


Y así como quien no quiere la cosa, se pasó el mes de paseo. Por lo menos, la primera parte. Intenso, bellísimo, con inesperadas sorpresas de todos los tipos y colores, emocionante, no podría pedir más realmente. No podría haberme imaginado un viaje más maravilloso.

Ahora a estudiar que, como dice Nati, ¡es para lo que vine!!!

1 comentario:

c. dijo...

eso! sí ! montmartre! al fin alguien que asegura que es lo más escandalosamente bonito de parìs!

sòlo a esa hora podès conseguir una foto con la gioconda y sin gente detràs: proeza!

a hacer realidad los sueños, amiga: a por eso!

mil besos!

ps. los conciertos salieron molt bé!