viernes, 12 de diciembre de 2008

En Bélgica - Primera parte

Primeros días

Llegué a Westmalle a mitad de semana. Viaje corto: casi como ir desde Caballito a Adrogué un día de accidente ferroviario: 2 horitas y media. Me esperaba Henk, bañado y planchado, listo para hacerme la gamba hasta que pasara Mieke a buscarme.

Fue una semana corta y rara. Medio que al principio ¡no entendía nada!! Venía del KI, donde todo es prolijo y ordenadito, y uno sabe exactamente qué va a estar haciendo a las 3 de la tarde el martes. Y caí acá, donde la palabra "quilombo" queda chica.

Así que así anduve... un poco siguiendo el ritmo que iba marcando Mieke y otro poco resistiendo y enojándome (para adentro) por no poder manejar mis horarios ¡ni sentirme dueña de mi vida casi! Ahora visto a la distancia, me doy cuenta de la exageración. No voy a entrar en explicaciones MB aburridísimas, pero en definitiva es todo parte del mismo proceso de curación, si se quiere.

Durante esos días, conocí a dos cocineros (uno francés y otra holandesa) que trabajan para un centro budista en francia donde cocinan para ¡400 personas!!! Fue una pena que el francés no hablara inglés (o que yo no hable francés) porque no pudimos comunicarnos. Era gracioso porque cada vez que nos cruzábamos hacíamos el intento de entablar una conversación, pero era tremendamente frustrante.

Por otra parte, también participé esa semana de los preparativos para el primer fin de semana del curso de cocina de nivel 1. Así que hice algunas cosas como acomodar carpetas, pesar porotos aduki para vender fraccionados, acomodar bártulos en el auto para llevar hasta Vremde, etc.

El fin de semana participé del curso. ¡Y me voló la cabeza!!!! A ver... para que entiendan... el curso es en flamenco... sí, fla-men-co... Y sin embargo, lo disfruté tantísimo... Hay que decirlo: los belgas del lado de acá tienen toda la onda. Va a parecer tonto pero se ríen, hacen preguntas, hablan entre ellos, ¡muestran entusiasmo! La verdad, después de la experiencia holandesa, una alegría. Tan buena onda que siempre encontré alguien que estuviera dispuesto a traducirme la clase.

Ese sábado se casó Vale y el domingo nevó generosamente.
Vista desde mi dormitorio.

¡Descannnnnnnsé!

El lunes fue día de descanso así que aproveché para ir al pueblo. Linda caminata de 20 minutos, pero aún frío casi helando. Y, ¡ups!, casi llegando al "centro" fui testigo de un desfile de... ¡tanques de guerra!! Parece que van de paso al puerto y que el destino es ¿Uruguay?? Che, ¿seguirán cabreados los yoruguas por lo de Botnia?? Brr...

Los tanques...

El pueblo

Vremde

Volví por dos días al centro salesiano donde se hacen los cursos para asistir a Henk en la cocina. ¡Un flash!!

Como todo genio, Henk está totalmente loco. Verlo trabajar es un placer tortuoso: corre por la cocina, saca el tempura de la freidora, pone agua para sopa, busca los bowls para el postre, con una mano corta brócoli y con el índice de la otra mano me señala lo que hay que poner en el fuego, habla solo (porque quiere hablar con alguien inteligente, diría mi viejo) y, de repente, ¡EUREKA! Visualizó el menú, le cierran los ingredientes, lo convencen los colores y ya puede trabajar más relajado.

Sin darme cuenta, me pasé tres horas tratando de seguirle el paso a este lunático. Y voilà!





4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mis papilas gustativas te extrañan. A mi también me gusta verte a vos en tu cocina / laboratorio lleno de frasquitos y cositas negras para comer.
Estoy contando los días como si fueran porotos aduki!

Cecije

Haru dijo...

Cecije, bonita... Otra amiga me dijo el otro día una gran verdad: "Cómo se van a extrañar Uds. dos..." Así disfrutaremos los días que nos quedan por compartir hasta fin de año. Después te confirmo a qué hora llego el jueves.
Un abrazo de kuzu y damascos

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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