Y el sueño se hizo carne y habitó entre nosotros
Tu padre y yo te soñamos la misma noche.
A la mañana siguiente, nos sorprendimos
contándonos el mismo sueño.
Desde entonces te andábamos buscando.
Hay niños que se gestan en el vientre.
Y niñas, como vos, Adriana, que se gestan en el corazón.
No me canso de verte
y acurrucarte,
como si haciéndolo todas mis preguntas
encontraran misteriosa respuesta.
Ya no dudaré más sobre las razones para la vida
Estando vos hay dulzura en toda la casa, las cortinas, el sol de California
Se alivia mi nostalgia, Nicaragua, la ausencia.
Encuentro alegrías sin buscarlas
tan sólo al oírte gorgojear y escuchar el sonido del sonajero
agitándose loco bajo la torpe voluntad de tu mano.
Adriana
Adriana
posiblemente nunca sabremos
ni vos, ni yo,
qué entraña te dio a luz,
qué noche oscura te arrojó a mis brazos.
¡Ah! Mi criatura escogida entre todas las criaturas
tu llanto subre como una fuente hasta mis ojos
El fiero instinto de protegerte me posee
y te abrazo espantando los malos sueños
apretándote contra mi corazón
como si, sobrevivientes de un naufragio,
dependiéramos tan sólo la una de la otra.
Qué misterio este embarazo de tu amor, Adriana,
Nacida te has gestado en mi vientre.
Gioconda Belli, Mi íntima multitud
No hay comentarios:
Publicar un comentario