Desde aquel día estando allá el año pasado, me propuse usar pollera el 80% del tiempo. Hace meses que recorro tiendas de ropa intentado cambiar la proporción pantalón-pollera en mi guardarropa, que es exactamente inversa.
Se ha vuelto una misión, una cruzada, la búsqueda del Santo Grial, o del anillo de Tolkien. Les juro que hay locales que no tienen ni siquiera una pollera, NI UNA. Otros que tiene dos: una fea y la otra horrible.
Me pongo a mirar a las mujeres por la calle. Pantalones 8 de 10. Jeans, gabardina, algodón, viscosa, modal, lycra, rojos, azules, negros, verdes, rayados, floreados y ambos. Explicame por qué.
Ya lo dije, no me gusta que me regalen ropa para mi cumpleaños. Pero haría una excepción. ¡La vida por una pollera vestible!
Y desde ahora, para ellas y los escoceses, en campaña: ¡Arriba las polleras y abajo los pantalones!!!!!! Eso sí: no me vengan con este tipo de pavadas, plis.
6 comentarios:
Miren como les arruino la jodita: ¡Ojo con el chiste fácil, eh!
Las polleras te quedan muy lindas, sobre todo las cortitas, ajustaditas, matambritas.
¡Uuuuy, qué recuerdos! Me parece que esa fue la última vez que me pude poner esa mini... ¡Orgullosa de tener el mérito de que dieran vuelta sus cabezas los holandeses!
PD: Una de las grandes vedettes de mi guardarropa es la que me regalaste vos: a lunares, fucsia, azul y preciosa. ¡Siempre que la uso recibe elogios!
esa pollera es lo máximo mundial, ya lo dije!
y sí: vivan las polleras! y en invierno con medias lindas y botas.
super!
Hagamos el Club de las Polleras Risueñas.
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